Guardianes del Palacio.
Once de diciembre del dos mil trece, el invierno llegaba en toda su plenitud, o al menos así lo sentía yo. En la Ciudad de México, de donde soy originaria, los inviernos no son tan fríos, nieve no es una palabra que relacionemos a esa época del año, es por eso que ese invierno en Corea del Sur fue realmente frío para mí.
Era mi primera vez en el continente asiático, no me había creado expectativas porque me gusta dejarme sorprender. Mi primera impresión: ¡Esto es como un videojuego! Cada vez que salía con mi cámara a explorar, sentía que eran distintos niveles que debía ir superando para salir victoriosa.
Dentro de toda esa excentricidad, colores y símbolos raros, estaba ahí, justo en medio de Seúl, un palacio que se robó el protagonismo de todo ese viaje. Gyeongbokgung es el palacio principal de Seúl, más de seiscientos años de historia estaban frente a mí y haberlo recorrido con esa tormenta de nieve, muerta de frío, lo hacía aún más especial. Es difícil expresar con palabras ese contraste de imágenes y sensaciones que viví en Seúl, pero definitivamente el haber visitado esos palacios me transportó a su historia junto con sus guardianes que lo hacían todo más real, definitivamente fue para mi el fin del videojuego y donde pude darme cuenta que había logrado llegar al último nivel.