Hace poco más de un año conocí a Mr Peach, estaba ahí en la recepción del hostel esperando por mí. El sería el encargado de llevarme a Angkor y contarme las maravillas de ese lugar, desde el minuto uno me di cuenta que ese hombre de aproximadamente 35 años (ese es mi cálculo, la verdad es que la gente en Cambodia luce tremendamente más joven), tez morena y sonrisa enorme, tendría muchas cosas interesantes que contarme.
Antes de partir él fue quien me advirtió que tenía que cambiarme de ropa, no podría entrar a los templos mostrando los hombros. Y le hice caso.
Camino a Angkor el repetía sin parar: Viva México, sí, no, hola, tacos, tequila,¿cómo estás?, era el más feliz practicando su “mexicano” conmigo y yo estaba muy divertida viendo la alegría que proyectaba.
Comenzó a contarme un poco más de él, me habló de su pueblo, de lo que cultivaban para vivir y que él era muy feliz en su trabajo, ya que podía conocer demasiada gente a diario…por mi parte yo pensaba que diario tenía que recorrer kilómetros y kilómetros con ese calor, que seguramente sería algo con lo que yo no podría y menos así de tapada.
Llegó el momento de ponernos más serios y me contó acerca de su sueño, bueno en realidad eran sueños, estaba un poco confundido a decir verdad.
Primero me mencionó que le encantaría conocer Londres y en ese momento cambió el tono de su “inglés asiático” y se convirtió en un perfecto “inglés londinense”.
Minutos después se retractó y me contó que su sueño era ser rico, que trabajaba sin parar para poder casarse, para poder pagar una dote y tener una esposa. Mi cara cambió junto con la suya, me dijo que solo había tenido 2 novias en la vida con las cuales había durado muy poco tiempo, con las dos había pasado exactamente lo mismo: en una plática seria de novios ellas le mencionaron “si quieres estar conmigo debes pagar la dote a mis padres la cual es de X cantidad de dinero”, cuando él revisó sus ahorros notó que estaba muy lejos de esa cantidad. Al ser sincero con ellas lo dejaron sin pensarlo, no les convenía estar con alguien “pobre” como él se hacía llamar, no querían perder más su tiempo.
Me contó que en ésta época era cada vez más caro poder pagar la dote y que lo veía lejano, pero seguro lo lograría algún día. Y si no sucedía así, se iría a Londres a conocer a alguna chica que no necesitara dinero para estar con él.
Durante el resto de ese día vi parejas de novios por todos lados, Mr Peach los veía también, con una enorme sonrisa, una sonrisa sincera.